Reflexionando [libre]

Las seis de la tarde, el clima era frío (cómo si se pudiera esperar algo más aquí en Forks) y las copas de los árboles se movían debido a la fuerza con la que el viento azotaba. a pesar de ello, yo seguía hincada ahí, inmóvil, incapaz de encontrar la determinación de levantarme y hacer algo.

La boda de Edward y Bella se había arruinado, y yo debía de admitir que me sentía...aliviada por ello. Sé que suena cruel, tratándose de mi hermano y su novia, pero en verdad que yo sentía que eso era lo correcto. Bella no me desagradaba del todo y sabía que Edward la amaba más que a nadie en este mundo, pero no quería ver cómo ella desperdiciaba su vida convirtiendose en una de nosotros.

Por algo me había dirigido al bosque sola, quería pensar las cosas sin que Edward supiera lo ruin que era al alegrarme de que su boda no hubiera culminado. Tampoco quería tener que fingir ante la familia que estaba apenada, porque no lo estaba. Ya no era asunto de vanidad, ni egoísmo, se trataba de Bella y de su necedad de acabar con su vida y dejar caer todo por la borda.

Me sentía muy muy mal, ya que de haber podido escoger, yo habría seguido con mi vida. Me puse en los zapatos de Bella y yo escogía el no convertirme, aún si Emmett fuera el vampiro que viviría conmigo. Claro, yo ya no tenía opción de elegir, y me sentía "satisfecha" estando con alguien como Emmett, él sin duda era como mi recompensa por la pérdida de mi vida.

Era casi una ironía como la vida iba tomando el cauce habitual, en como cada una de las actividades de la familia volvía a encajar en una rutina perfecta que hacía de nuestras vidas lo que debía ser lo “normal” entre los humanos. Y aún así, yo era consciente de que todo podría ser una ilusión, que los asuntos con mi hermano y Bella, los Vulturis, la manada de lobos, los extraterrestes de... no, eso no. Que básicamente todo lo que se nos venía encima, no podíamos esperar a que nos lo resolvieran por nosotros. Quizás ya iba siendo hora de despertar de la modorra y ponerse las pilas.

Esos pensamientos pasaron velozmente por mi cerebro, y así como fueron rápidos en entrar, lo fueron en salir. A decir verdad, yo no era de los que se preocupaban en exceso con todo aquel embrollo, de hecho insistía en que una buena pelea no caería nada mal para darle una lección al chucho o a los Vulturis, me serviría incluso para desentumir los músculos. Sin embargo, ese día no había mucho que hacer con respecto a lo que pensaba, la mayoría de la familia estaba afuera y yo por mi parte, decidí hacer exactamente lo mismo.

Salí por una de las ventanas que daba al bosque y eché a correr por el mismo a por algo de comer. Iba a recorrer un buen trecho; no quería cazar cerca del pueblo porque podría haber campistas o, como decía Carlisle, cuidar que no se agotaran los animales. Me alejé varios kilómetros, la gran mayoría de mi recorrido fue por la espesura y no por las veredas echas por los humanos. Esperaba encontrarme con un oso, pero ese día incluso me conformaria y apreciaría a un simple venado. Me puse a buscar con el olfato…

Y lo que hallé con él, no era precisamente un animal.

Aterricé en el tronco de un árbol aun a sabiendas que se habría cerciorado de mi presencia y, me quedé allí observándola embelasado como el primer día: núnca me acostumbraría a la perfección que emanaba mi esposa. Estaba de espaldas, seguro que estaría pensando en... ¡Oh! ¿por qué carajos me hacía esto? No podía engañar a mi hermano así. Salté finalmente del árbol y caí justo tras su espalda. Le pasé mis fuertes brazos alrededor de su cintura para mantenerme adherido a ella y encorvé la espalda para apoyar mi mentón sobre su hombro. - Ay, Rose. No lo entiendo, de verdad. La preocupación que te ahorrarías si dejaras que todo siguiese su curso...

A veces me preguntaba qué habría sido de mi vida si hubiera seguido viva, me imaginaba muchas cosas, cosas que generalmente acaban por deprimirme demasiado. Sabía que era demasiado masoquista conmigo misma, que debería de superar las cosas que habían sucedido y aprender a vivir esta nueva vida de la mejor manera, justo lo que Carlisle quería para mí cuando decidió convertirme.

Los Cullen me aceptaron dentro de su familia y soportaron mi mal humor con gran estoicismo, yo me hubiera corrido a mí misma de haber podido. Y Edward, que había compartido mis pensamientos - aún sin quererlo - también me había apoyado...y aquí estaba yo, planeando arrebatarle la razón de su existencia. ¿No podía haber nadie más cruel que yo?

En eso pensaba cuando oí que Emmett se aproximaba, él no era el hombre más discreto del mundo, además conocía su efluvio mejor que el de cualquier otro miembro de mi familia. Al sentirlo atrás de mí, abrazándome de ese modo, me sentí aún peor ¿qué había hecho para merecerlo? Nada, yo no merecía su amor.

- Emmett, soy la peor persona que pudo haber pisado esta tierra - susurré

Fruncí el ceño instantáneamente y mi marmórea tez adoptó una mueca de disgusto y de enfado. Algo poco habitual en mi persona, pero no podía evitarlo. No cuando Rose salía afectada de cualquier pequeño percance en el que estaba involucrada a pesar de que, esta vez, fuese ella la que había complicado un tanto la situación.

Apreté con más fuerza mis brazos alrededor de su escultural cuerpo y ladeé la cabeza hacia la derecha para clavar mis auríferos ojos en los suyos; dorados, ladinos, hermosos.

No, eso si que no podía tolerarlo. No podía negar que el comentario de Rose me pilló totalmente desprevenido, básicamente porque no me esperaba aquellas palabras salir de los labios de mi esposa con tanta convicción. Y, porsupuesto, aquellas palabras me golpearon de un modo mucho más fuerte que cualquier puñetado recibido meses atrás en la lucha contra aquellos neófitos ahora chamuscados bajo tierra. Tonto Emmett, ¿quién se encargará de hacerte entender que tienes que pensar antes de hablar? Yo que me esperaba un sermón por parte de Rosalie, un típico; “Emmett, es lo que tengo que hacer y me gustaría que me apoyaras”. No... Ahora me encontraba con algo mucho peor; se sentía como una vil persona y Rose era todo lo contrario. Tenía que hacerle entender que, además de ser un ángel, mi angel -hecho que ella ya sabía a la perfección- podía equivocarse tal y cómo yo lo hacía en ocasiones y como podían hacerlo los demás.

- Vamos, Rose... No vuelvas a decir eso. No es cierto, no lo es... - Le cofesé con sinceridad y, despegué mi cuerpo del suyo -sin quitar los brazos de si cintura- e hice un ademán al guiarla con mi mano para que diese la vuelta y poder encontrármela de frente. - Quizás se puede solucionar, yo... Si se lo comunicamos a Edward, puede que todavía estén a tiempo de irse y que no se encuentren a Jacob. - Le expliqué. ¡Sería una genial idea! Aunque hacer cambiar de opinión a Rosalie... Añadiendo que era probable que ya no estuviésemos a tiempo.

¿Cómo resolver el conflicto en mi interior? No lo sabía, no podía encontrar una respuesta lo suficientemente satisfactoria para esa pregunta. No quería que Bella se convirtiera, pero tampoco deseaba la infelicidad de Edward, aún puedo recordar la vez que Edward se fue a Italia por mi culpa, cuando le dije que Bella había muerto. Ese había sido -hasta ese momento- el peor error que había cometido y que casi me había costado la vida de mi hermano.

Ahora pensaba en lo que me costaría lo que deseaba hacer, Bella puede que no entendería mis razones, pero Edward me odiaría, me odiaría aún más que a Jacob, y de eso estaba segura, la relación entre Edward y yo nunca fue buena, ahora con todo el asunto de Bella, se ha enfriado tanto que no dudaba que fuera más cálido el polo Norte. Yo quería a Edward, de verdad que era mi hermano en muchísimos sentidos, pero el asunto de Bella ya es demasiado.

Sí, sé que yo no debería de involucrarme en eso, ya que a mí no me afecta directamente, es sólo que no puedo creer que alguien tire su vida a la basura de esa forma, y en eso estoy segura de que Edward piensa como yo y que él tampoco desea convertirla, pero si no lo desea, ¿por qué accede a convertirla?

Me di la vuelta y encaré a Emmett, jamás podría acostumbrarme a la belleza de su rostro, y jamás podría aceptar la idea de que me amaba igual que yo a él. Yo no era, ni de lejos, la mitad de buena de lo que él era. Su ángel ¿cómo podía decir eso cuando no lo soy?

- Emmett, ya es tarde, sé que esto Edward jamás me lo perdonará, ni yo misma creo perdonarme por el hecho de herirlo tanto, pero Bella no sabe lo que hace, ella no debería de convertirse porque sacrificará todo por Edward...sacrificará todo aquello que yo nunca pude tener - terminé en un susurro.

En cuanto Rose se giró y pude encontrarme de frente con aquel rostro que me hacía perder la cabeza, me las ingenié para coger una de sus escultóricas manos y entrelazarlas al instante, negándome a perder el contacto con ella. Pues además de ofrecerle palabras de aliento, una muestra de afecto núnca venía nada mal para una situación un tanto desagradable y que, a la vez, tanto daño podría hacerle a ella como a las dos personas también importantes que estaban en el núcleo del problema.

¡Qué dolores de cabeza! Con lo fácil que es ser feliz... Así lo pensaba yo, me sentía completo y feliz al estar al lado de la mujer que tenía frente a mí. Pero sabía que el tema de la humanidad de Bella le tocaba la fibra sentimental. En cierto modo podía llegar a comprenderla. Por eso, esa indecisión al decantarme por callarme o avisar a mi hermano que el perro iba en busca de hueso otra vez. Rosalie siempre había deseado ser humana, algo que Bella estaba dispuesta a perder por voluntad própia y sin reparo. Y aunque desearía poder otorgarle aquello que tanto anhela Rose, era imposible, no había ningún modo para lograrlo.

Fruncí los labios. Claro, en el caso que Bella se transformara en vampira, muchos de los problemas -como el caso de los Vulturis- quedarían solucionados y habría un final feliz sin ninguna clase de lucha de por medio. ¡Argh! ¿Es que no se puede tener todo? Bueno, quizás era mejor así... Ya armaríamos una bronca de campeonato con los Vulturis en otra ocasión. Mi expresión que parecía haberse relajado por fracciones de segundo, volvió al mismo estado de preocupación. Primero: porque según Rose ya era tarde y, segundo: porque el dolor de sus palabras se me clavaban como miles de garras de plantígrados por todo el cuerpo.

Una idea descabellada pero, probablemente eficaz, surcó mi cabeza durante unos momentos. - Rose, nunca te he dejado sola y no lo haré ahora. A partir de este instante, si hay alguien culpable en todo esto soy yo. - Clavé mis ojos dorados en los suyos para que empezara a comprender a lo que me refería. - Yo le dije a Jacob donde se encontraban y... Ya me las ingeniaré para encontrar el motivo del por qué lo hice. Supongo que el chucho le dará igual quién le haya dado la información. - Le acaricié la mano con el dedo pulgar mientras proseguía. - No quiero que salgas todavía más afectada en esto, cariño. Edward no te lo perdonaría, pero a mí, con un par de pulsos y partidos de baseball perdidos adrede, lograría perdonarme algún día. - Le comenté a broma, soltando una leve risa. - Por ti hago esto, y si pudiese, haría mucho más... - Hice énfasis en “mucho más” en referéncia a su perdida y tan anhelada humanidad.

A veces me gustaría poder ser como Emmett, él vive plenamente, no se preocupa por nada y se le ve feliz y dichoso todo el tiempo, como si nada pudiera mermar su buen humor, y me encantaba, cuando veía a Emmett tan feliz, yo pensaba que no estuvo mal haberlo transformado, porque siempre estaba alegre y hacía todo con una sonrisa en la cara como si nada pasara a su alrededor.

Ya no quería cargar con tantas cosas, me encantaría poder dejar de sentir tantas cosas, lamentablemente no podía dejar que las cosas me afectaran, si fuera otra cosa, en verdad no me importaría, si Edward hubiera tenido una relación con Tanya, no me afectaría, al fin y al cabo ella tenía su historia y ya estaba convertida, pero nada, se había enamorado de una humana, y a mí me afectaba.

Sin pensar en nada más, me acerqué a Emmett y rodeé su cintura con mis brazos para poder recargar mi cabeza en su pecho. Quería sentir su cálida presencia conmigo y por unos momentos deseaba poder olvidar todo y no pensar, no sentir nada de culpa.

- No hagas eso Emm, tengo que asumir que yo hice las cosas y créeme que no me arrepiento, sí lo lamento mucho, pero no voy a dejar de hacerlo porque eso es lo correcto para mí, no quiero que por mi culpa tú tengas problemas con Edward o Bella - acaricié su pecho suavemente sin alzar la mirada - Yo sé que lo harías, pero hay cosas que no podemos cambiar y sin duda lo que yo deseo...no puede ser.