Confusa [Brendon][+18]

-Preferencia? ... por mi una cueva estaría bien, cualquier cosa menos el castillo- tenía cierto recentimientos con los Vulturis por todo lo ocurrido en el pasado que prefería no recordar.
Escondí un poco más la cabeza en el pecho de Brendon mientras la lluvia golpeaba con fuerza nuestros cuerpos. No tenía idea de a donde me llevaría, ni que haría precisamente conmigo, pero de lo que si estaba segura era que lo necesitaba junto a mi en estos momentos, claro solo porque estaba muy debil para no tener protección en un sitio tan hostil como los bosques de Volterra.

Corrí hacia las afueras de Volterra, con Tanya en brazos. No conocía ninguna cueva por allí, y lo único que se me ocurrió fue buscar una casa vacía. Al final di con una. Los propietarios no debían estar en casa, ya que no captaba el olor de humanos allí.
-Ahora vuelvo -dije apoyando a Tanya un momento en el suelo. Miré alrededor para comprobar que no habría curiosos y salté hacia una de las ventanas superiores, apoyándome en el alféizar que sobresalía y la forcé, hasta que conseguí abrirla.
Regresé a buscar a Tanya y volví a cogerla, para entrar por la ventana de un salto.
-Aquí estaremos resguardados de la lluvia -dije con una sonrisa.

Por un momento iba a darle las gracias, pero antes de hacerlo recordé que se trataba del psicópata de siempre. Me apoyé en el piso alejándome de su cuerpo pero no lo suficiente para perder todo el contacto físico, nuestros brazos aún seguían rozándose. Tomé mi cabello hacia el lado contrario donde estaba Brendon y lo apreté un poco para quitar el exceso de agua, haciendo que pequeñas gotas callesen al piso. Al teminar solté mi pelo y suspiré mientras apoyaba mi espalda y mi cabeza en la pared. -¿Crees que haya algo de ropa aquí para cambiarnos?- no iba a resfriarme por mi condición, pero era mas agradable usar ropa seca, además que de ese modo no se te pegaba al cuerpo y podías moverte con mayor facilidad. -me gustaría quitarme ésto- señalé con mi dedo indice mi ropa que estaba totalmente empapada al igual que la de Brendon.

Dejé que se apoyara en el suelo. Parecía algo más reconfortada, a pesar de que estábamos calados hasta los huesos. Por suerte el frío no nos afectaba, si bien la sensación de estar empapado era algo incómoda.
Me separé de ella examinando la habitación, hasta dar con un armario.
-Podemos ver si aquí hay algo -dije abriéndolo cuando ella preguntó si habría algo para cambiarnos.
En el armario había ropa de hombre. Cogí algo de ropa para mí y miré a Tanya.
-Podemos ver si en otra habitación hay ropa para ti -dije con una sonrisa.

-Insinúas que con la ropa de hombre no me veré guapa?- bromeé apoyandome de la pared para levantarme hasta dar con mi objetivo. -Examinaré al lado y si tengo suerte tal vez de con algo de mi talla que haga notar mis curvas y así te quedas conforme- rodé los ojos pero no pude evitar reír y caminé despacio hasta la habitación de al lado para coger algo de ropa seca.
Entré a una habitación que aparentemente era de chica pese a que estaba muy descuidada. Me dirigí hasta el armario y lo abrí para encontrarme varias prendas. Cogí lo primero que vi. Era un vestido sencillo pero a simple vista era de mi talla. Comencé a cambiarme pero mi mano no alcanzaba a cerrar el cierre de mi espalda. Estiré mi mano lo más que pude pero aún así no había resultado. -Brendon!- grité hacia el cuarto de al lado como un acto desesperado... no era que me gustase o me sintiera complacida de recurrir a su ayuda pero no tenía más opción. -Podrías ?- pregunté mostrándo mi espalda desnuda en donde se asomaba el delicado encaje de mi sostén.

-No, sólo digo que te quedaría mejor algo más... femenino -dije buscando la palabra adecuada. Reí cuando dijo que iria a buscar algo que resaltara más sus curvas- Vaya, lo has pillado -dije sonriendo.
Cuando salió, me cambié la ropa mojada por la nueva. Entonces oí que me llamaba, y fui al cuarto donde estaba. Vi que tenía problemas para cerrar su vestido por la espalda. Sonreí con picardía y me acerqué a ella.
-Vaya, una dama en apuros -dije con una sonrisa traviesa, y subí el cierre de su vestido. El aroma de Tanya me nubló la vista por un momento y sin darme cuenta de lo que hacía deposité un suave beso en su hombro, apartando el cabello a un lado.

Brendon accedió a mi petición sin problema. Sentí como sus dedos a ratos se deslizaban por mi espalda mientras cerraba el vestido. Un escalofríos recorrió mi cuerpo... pero era un escalofríos diferente al que alguna vez sentí cuando estaba atemorizada a su lado, esta vez era mas placentero. Mi sensación aumentó al sentir sus labios en mi hombro. En la misma posición giré mi rostro mirando hacia mi hombro en donde estaba Brendon. -intentas morderme?... porque no creo tener mejor sabor que tus añorados humanos- susurré sientiendo su aliento frío chocar con mi rostro.

Inconscientemente, mi rostro se acercó un poco más al suyo cuando giró la cabeza, a escasos centímetros de su mejilla.
-¿Morderte? -dije mirándola con una sonrisa maliciosa- Tienes suerte de ser vampira -musité - Si fueras humana no podría parar de beber tu sangre y acabaría matándote -reconocí acariciando su cuello con mis manos, con suavidad.
Sentí que se me empezaba a nublar la razón y me retiré un poco. Ante todo no podía perder mi autocontrol.

-Seguro sí... como harías con cualquier humano- dije quitándome importancia. Noté como rápidamente se alejó de mi sin un motivo aparte, como si de un momento a otro hubiese sentido una corriente electrica que le obligó a apartarse.
Volteé completamente para intentar descubrir que ocurría y en eso fue cuando ambos nos miramos al mismo tiempo. Nuestras miradas se entrelazaron con tal fuerza que tuve que desviar la vista hacia otro sitio tras la verguenza. Me di cuenta que se había cambiado de ropa y le quedaba a la medida. -tambien te cambiaste...- murmuré intentando romper el incómodo silencio.

Sonreí cuando dijo que igual que lo haría con cualquier humano. Probablemente, pero eso seguramente por sed. En su caso, la atracción era mucho más que la simple sed de sangre. Y eso me daba bastante temor.
Nuestras miradas se cruzaron en un momento, y sentí como si saltaran chispas entre nosotros. Tanya rompió ese silencio tan incómodo y recompuse una sonrisa traviesa.
-Mejor que quedarse tan empapado -musité acercándome un poco a ella- Te sienta muy bien el vestido -musité mirádnola de arriba a abajo.

-Gracias, al parecer era de mi talla- bajé la mirada observando mi atuendo - si, es de mi talla- reafirmé tras constatarlo. No tenía ningún espejo cercano asi que no había tenido oportunidad de mirar como me veía.
-Tambien te queda la ropa...- iba a decirle que le quedaba bien, pero no tuve valor para continuar la frase para halagarlo de esa manera. -Es curioso que aquí haya vivido gente con nuestras características físicas... es como que esta casa nos hubiese estado esperando- ¿Se habría oido con dobles intenciones? no quería malas interpretaciones, solo intentaba decir que caímos en un buen lugar de refugio para la lluvia, era todo.

Lo cierto es que el vestido le sentaba estupendo. Sonreí cuando dijo que me quedaba la ropa...
-...¿Bien? - terminé la frase por ella, con una sonrisa maliciosa- Me aproximé un paso más a ella.
Lo cierto es que la elección de la casa por mi parte no había sido casual. Sabía que allí vivía una chica de físico parecido al de Tanya. Pero claro, sin su misma belleza. Lo que desconocía era que podía haber también ropa de mi talla.
-Sí, es bastante curioso -asentí mirándola- ¿Qué tal te encuentras? -pregunté distraídamente.

Solo sonreí al ver que terminaba mi frase justamente con lo que tenía en mente. Hice lo mismo que él y decidí avanzar un par de pasos, quedando a escasos centímetros de su cuerpo. Lo miré a los ojos y luego comencé a arreglarle el cuello de la camisa que traía puesto. -Ahí si... mucho mejor- dije dándole un leve empujoncito a su pecho indicándole que ya estaba listo. -y bien... me decias?- pregunté intentando retomar la conversación. Me había distraido fácilmente.
-Ah, me encuentro bien- contesté al recordar otra vez -aunque podría estar mucho mejor.... - Ok, lo admito ésta vez si quise jugar un poco y lo dije en doble sentido.
Por un lado se podía tomar como que necesitaba alimentarme para encontrarme mejor o bien por otro, podría estar mejor si nos divirtieramos un poco. Un momento... ¿En serio lo estaba pensando de ese modo?. Una vez más le eché la culpa a su don, para mi no había otra explicación para tener ganas de entretenerme con el insoportable de Brendon.

Sonreí cuando me arregló el cuello de la camisa. De repente sentía como si estuviera mucho más cercana, que no sentía tanto rechazo hacia mí. Y me extrañó, ya que no había usado mi don.
-Así que podrías estar mejor -dije con una sonrisa maliciosa. Me acerqué de nuevo a ella, casi pegando mi cuerpo al suyo- ¿Y qué es lo que necesitas para estar mejor? -dije apartando un mechón de pelo de su rostro y después acariciando su rostro con el dorso de mi mano.
"Más te vale que estés jugando y no te lo estés tomando en serio Brendon" me dijo mi mente como avisándome. Quizá volvía a intentar engañarme.

Perfecto Tanya, mira nada más lo que has logrado ¿como saldrás de esta ahora?...
No estaba segura de que decir y de mucho menos como actuar, pero debía responderle de alguna manera. - bueno, no estoy segura- dije tomando su mano que estaba en mi mejilla, pero esta vez sin apartarla, por el contrario, la acuné en mi rostro. Por primera vez me sentía tranquila y extrañamente muy segura. Era como si en estos momentos nada de lo que estuviese pasando me importara lo suficiente como para entrar en pánico, aunque claro motivos me sobraban y más aún considerando el tipo de vampiro con el que intentaba ponerme a jugar. Agaché un poco la mirada mientras e inspiré hondo para luego soltar el aire lentamente mientras volvía a levantar la vista. En ello me tope con su nariz que rozó la mía y mordí mi labio inferior mientras seguía pensando en como enfrentar la situación.

Sonreí con malicia cuando tomó mi mano, pensando que la iba a apartar, pero me sorprendió que no lo hiciera. Eso me agradó, y a la vez me hizo sentir algo de temor. ¿Qué significaba esa sensación de cosquilleo que recorría mi cuerpo? ¿Y por qué con ella? Se supone que es simplemente una cómplice, una compinche, una subalterna... No era alguien por el que debía sentir más que una obsesión profesional. Era mala idea mezclar el trabajo con estos sentimientos.
Cuando sentí su rostro tan cercano al mío acerqué mis labios a los suyos y los besé sin poder resistir el impulso. Me aparté con gesto divertido, examinando su rostro.
-¿Asustada? -pregunté mirándola. Esperaba una reacción de rechazo o temor en ella.

Hice sutiles movimientos con mi cabeza en señal de negación. -extrañamente no- dije volviendo a tomar posición cercana al rostro de Brendon -sinó todo lo contrario...- añadí en un susurro , haciendo que mi frio aliento acariciara sus labios.
Acerqué mis labios a los suyos en un movimiento demasiado lento para los de mi condición. Solo los rocé muy sutilmente y fué suficiente para hacer que esa especie de descarga electrica volviese a mi cuerpo. Jadeé contra sus labios y comencé con el primer beso. Busqué su lengua en el interior de su boca e hice que ambas se entrelazaran y jugaran muy lentamente, aprovechando de saborear cada rincón. Era un sabor único incluso para una vividora como yo.

Su aliento gélido acarició mis también gélidos labios. En medio de un mar de confusión dejé que comenzara un beso intenso. Abrí mi boca cuando sentí su lengua presionando mis labios, dejando que entrara en mi boca y se entrelazara con la mía. Podía jurar que no había conseguido eso con mi don, si bien lo hubiera preferido, ya que hubiera significado tanto como significaba ahora. ¿Qué demonios estaba pasando entre nosotros?
El hecho era que me estaba gustando ese beso. De hecho temía que me gustara demasiado. Quizá lo mejor sería usar mi don para hacerla sentir algo más de rechazo por mí, pero no fui capaz. Posé mis manos en sus caderas, atrayendo su cuerpo al mío.

Enrollé mis brazos alrededor de su cuello y el sentir sus manos en mis caderas me dió el empujón suficiente para continuar.
Poco a poco, nuestro beso que era muy lento comenzó a intensificarse mucho más, a un ritmo aparentemente peligroso. Con mis brazos atraje su cuello aún más hacia mi sin detener el beso.
Lentamente mis manos comenzaron a bajar desde el cuello de su camisa logrando acariciar parte de sus hombros de marmol y mi lengua en tanto hacía lo suyo dentro de su boca.
De pronto lo empujé con fuerza contra la pared haciendo que ésta se trizara bastante y seguramente lastimandolo un poco -pero... pero que diablos me haces!! deten todo esto!!! - dije gritando.
No pude soportarlo y me lancé a el denuevo, esta vez contra la pared. De un salto quedé con mis piernas alrededor de sus caderas mientras empezaba a besar su cuello. Estaba echa una desquisiada, no tenía autocontrol.

Estaba empezando a perder la razón poco a poco. Era como si ella pudiera dominar mis impulsos, como si estuviera ahora bajo su influjo. "El cazador cazado" pensé irónicamente, pero no me dio tiempo a aclararme mucho más. El beso se hizo muchísimo más intenso hasta el punto de ser enloquecedor. Mis manos rodearon su cintura atrayéndola más hacia mí.
De repente, me empujó, lanzándome contra la pared. Si hubiera sido humano me hubiera roto algo, pero en mi condición no sentía más que confusión. Iba a gritar que yo no estaba haciendo nada, que no podía parar esto, cuando se lanzó hacia mí.
Rodeó mis caderas con sus piernas y las sujeté con fuerza, pegándola contra la pared bruscamente, y buscando sus labios con desesperación. Otro golpe así contra la pared, y terminaríamos derribándola. Suerte que no podíamos lastimarnos con esos golpes bruscos.

Apreté mis piernas con fuerza contra sus caderas y llevé mis manos a sus mejillas las cuales tuve que presionar tras la desesperación de sus besos. Mordí un poco su labio inferior haciendo que un pequeño hilo de sangre de Brendon terminase en mis labios.
Proseguí con los besos, no podía detenerme, era algo adictivo el cual no podía dejar. Tenía la mente en blanco, en estos momentos no existía nada más que no fuese él y yo.
Quité mis manos de sus mejillas y de un solo tirón desabroché completamente su camisa. Deslicé mis manos por todo su torso de arriba a abajo, la sensación ésta vez era más que electrizante.

La razón había desaparecido completamente, había muerto en combate singular contra mis impulsos. Me obsesionaba demasiado esa muchacha, y el hecho de que estuviera pasando eso sin que mi don la hubiera obligado a hacerlo era una sensación placentera.
Noté cómo aumentaba la presión de sus piernas en mis caderas y me estremecí levemente. Mi camisa se desabrochó completamente con un tirón de ella. Apreté mi cuerpo contra el suyo, pegándola más a la pared, y mis manos subieron por sus piernas, subiendo también un poco más su vestido.
Saboreé sus labios como si no existiera nada más, dejándome llevar por la pasión del momento. Mis labios fueron hacia su cuello, mordisqueándolo con intensidad.

Sentí sus manos ascender por mis piernas bajo el vestido hasta llegar a mis muslo en tanto sus labios se dirigían a mi cuello dándole pequeños mordiscos. Comencé a jadear al sentir como su lengua se deslizaba por mi cuello. Con mi diestra agarré con fuerza su mentón, he hice que sus labios volviesen a unirse a los míos y comenzamos otra vez a besarnos desenfrenadamente como si el mundo se fuese a acabar en cualquier momento.
Entre la desesperación volvimos a golpear fuertemente nuestros cuerpos contra la pared y ambos caímos al piso de la siguiente habitación sin importarnos siquiera. Quedé esta vez arriba de él mientras una nube de polvo nos cubría, lo que no fue impedimento alguno para continuar con mis besos.

Sentí sus manos en mi mentón obligándome a volver a sus labios. Era tan adictivo sentirlos, sentir su lengua jugando con la mía. Estaba enloqueciendo. Gopeamos de nuevo la pared y esta terminó cediendo. No me importó en lo más mínimo, estaba completamente abstraído en Tanya. Quedó encima mía y mis manos volvieron a deslizarse por sus muslos, subiendo más su vestido y dejando más a la vista sus preciosas piernas.
Seguí besándola con desesperación, mientras mis manos empezaban a apretar sus muslos con desesperación. Si seguíamos así perdería la razón competamente en muy poco rato.

Comenzó a apretar mis muslos como si quisiera arrancármelos y no pude evitar soltar un débil gemido contra sus labios. Aparté mis labios de los suyos para comenzar a descender con ellos. Besé su labio inferior, luego seguí con su mentón, pasé por su cuello, su pecho y me detuve en su abdomen para darle placenteros lametones.
Llevé en tanto mis manos a su pecho para posteriormente acariciar cada parte de su perfecto torso descubierto tras la camisa rasgada.